Pensamiento

Los japoneses y el espíritu de la armonía ”和”

Mis impresiones tras la construcción del jardín

En Japón hay un antiguo refrán que dice: “donde fueres, haz lo que vieres”. Esta enseñanza es clara. Allá donde vayas, has de respetar las costumbres, los valores y la forma de pensar de los pueblos que componen cada país. Esto significa apreciar la diversidad intrínseca y palpable en el mundo, y no hacer juicios de valor sobre otro país basándose en los criterios culturales y tradicionales propios, en mi caso los de Japón. Por supuesto, esto no debe entenderse como la pérdida progresiva de las tradiciones o cultura propias. Sino que la identidad propia, el sentirse orgulloso de ser japonés, debería recaer precisamente en trascender la bipolaridad entre el nacionalismo y la globalización.

Lo primero que pensé cuando se me ofreció realizar un jardín en España fue la idea de dejar mi huella para la posteridad plasmando en España la semilla de la armonía, el espíritu que reside en el corazón mismo de la cultura japonesa. El ideograma que representa este espíritu “wa” tiene dos significados posibles: 1) combinar y 2) apaciguar.

El primero es un concepto fundamental de la cocina japonesa y también una parte importante de la cultura japonesa, a la cual pertenecen también los jardines, nuestra especialidad. La cultura japonesa engloba tradiciones, historia, etnias y creencias religiosas de múltiples orígenes. La innovación a partir de la combinación de diferentes elementos es por excelencia la esencia de la construcción del jardín japonés. A su vez es una expresión de las costumbres que durante siglos el pueblo japonés ha deseado mantener.

El término costumbres utilizado aquí engloba la climatología, los fenómenos naturales, la disposición, características geológicas y los recursos paisajísticos de una zona determinada. Esto era conocido antaño como el conjunto de rasgos que definían a una comunidad agrícola. Según las creencias ancestrales del budismo que se remontan a la antigua India, se interpreta que los elementos fundamentales que componen la naturaleza son cuatro: la tierra, el agua, el fuego y el viento. Esta forma de enteder los fenómenos naturales que rodean el hábitat humano sustenta la definición anterior.

Del libro “Costumbres” de Tetsuro Watsuji

Mi manera de diseñar jardines y la manera en que estos se confeccionan en Japón, tienen en común esta interpretación de la naturaleza. Por otra parte, lo primero que pude sentir de forma intuitiva al llegar a este enclave fue que aquí no debía planificar un jardín que pudiera ser burdamente reconocido como un jardín japonés más, o que no mostrara el espíritu auténtico de los jardines de Japón.

Fue entonces cuando me percaté de que la elección adecuada para construir un jardín en este lugar era la combinación de diferentes conceptos que tanto fruto ha dado durante siglos a los artesanos de Japón. De este modo, decidí construir un jardín, un espacio innovador que unificara las costumbres y el estilo de vida de los españoles, reuniendo el talento de varios especialistas.

Al pisar tierras españolas descubrí la costumbre de hacer la siesta. Este hábito no es propio de Japón, pero en España la gente valora mucho este apacible tiempo de descanso y tranquilidad. Esto me inspiró profundamente a la hora de diseñar el jardín, dándome cuenta de la importancia real que tiene para los españoles el disfrutar de ese momento de sosiego. Considero que esta paz y sentimiento es transferible al espíritu de los jardines japoneses.

El verdadero objetivo de mi jardín es hacer de este lugar un espacio de tranquilidad y descanso para todos los ciudadanos de la región, para los visitantes del hospital y también para todas las personas de España que tengan algún tipo de vínculo con los jardines.

Plantando el símbolo de la paz

En japonés existe la palabra: “komorebi”. Ésta hace referencia al fenómeno luminoso en el que los rayos de luz se filtran entre las ramas de los árboles. Al parecer, éste es un vocablo particular de Japón, ya que no parece haber en occidente un término afín. Sin embargo, tanto en el pasado como en el presente lo que no cambia es la sensación de paz que produce el contemplar los rayos de luz que se filtran entre las ramas de los árboles. Por este motivo, tomé la decisión de plantar un árbol aquí.

Este árbol, florecerá y dará un exquisito fruto algún día alcanzando los 15 metros de altura. Ruego por favor que no se le pode desmesuradamente, pudiéndose de este modo lograr que en un futuro cercano se pueda descansar e incluso hacer la siesta bajo su sombra, mientras el visitante se relaja con la suave brisa observando el “komorebi”.

Mi filosofía al disponer las piedras

En Japón nos gusta la expresión filosófica de: “la intención expresada de modo natural”. Quizás esto sea otro concepto característico del pueblo japonés, o incluso puede que sea un criterio específico del diseño de jardines japoneses. Por consiguiente, la disposición de las piedras en el jardín se realiza explícitamente de forma aleatoria, tratando de no formar simetrías ni tampoco alinear el tamaño de las piedras. Todas las piedras tienen un lado más fotogénico. Todas y cada una de ellas tienen una expresión única.

Hasta hace bien poco, para colocar una piedra no era extraño que el especialista en jardines se tomara todo un día pensando dónde disponerla. Dependiendo de la orientación y el ángulo con que se coloque, la impresión que puede causar en el espectador puede ser totalmente diferente. Para mí este proceso es como una batalla introspectiva entre la piedra y uno mismo.

La fuerza y vitalidad del agua

El ser humano, es un animal que no puede valerse por completo ni salir adelante sin la ayuda de los demás. Es por esto que el ideograma chino: (人) que representa al ser humano se escriba como dos personas que se apoyan mutuamente. Con esta idea, he diseñado y dispuesto el pequeño canal de agua para que forme este ideograma. A su vez quería que esto simbolizara al gran equipo con el que he contado, sin el cual este proyecto nunca hubiera tenido éxito en tan poco tiempo. Todos los miembros de mi equipo han sido irremplazables para la consecución de este jardín.

Tanto en occidente como en oriente, en las pilas de agua, se recoge el agua bendita, Gracia divina de la que se beneficia toda la familia humana. El agua, origen de la vida, supera cualquier tipo de barrera religiosa o cultural siendo fuente de purificación, y a su vez es la mayor bendición ecuánime de la que disponemos, ya que es necesaria para todo ser humano independientemente de cual sea su condición.

Los jardines toman una apariencia especial según se exprese el diseñador a través del agua, la arena y la gravilla. Mi deseo es que mi intención plasmada en mi diseño del agua del jardín se extienda a todo el mundo, así como lo hacen las ondas del agua. El sonido relajante al vertir agua en la piedra atrae a los pajaritos que revolotean para bañarse en el agua del jardín. El visitante contemplando esto podrá imbuirse de la paz y el espíritu de armonía que tratan de transmitir los jardines japoneses.

El pequeño mirador de tatami

El tatami seguramente es el mayor invento de la arquitectura japonesa. Apreciar la belleza del jardín, desde el tatami tumbándote por ejemplo a la hora de la siesta es algo que no tiene precio. Diseñé este espacio deseando que el visitante pudiera descansar tranquilamente aquí. Desde el pilar del agua hasta el cerco hay exactamente 8, 8 metros. El número ocho simboliza el infinito en la cosmología oriental.

El mirador está dispuesto en forma de abanico. En el centro está colocado el pilar del agua. El mirador, coloreado con tierra marrón dibuja un abanico rodeado éste por el verdor del césped. El marrón y el verde, son colores con efecto relajante, los cuales suelen ser comúnmente utilizados también en los centros hospitalarios.

Conclusión

Para finalizar, me gustaría expresar mi voluntad principal en la construcción de este jardín. Deseo de todo corazón que la cultura de los jardines, y que lo que estos representan, es decir que la paz y prospersidad cultural abunden tanto en España como en toda Europa. Los jardines no se pueden construir si no hay paz. , lo que los convierte en claros embajadores y símbolos de la paz.

Hace aproximadamente 470 años, S. Francisco Javier vino a Japón llegando a visitar en dos ocasiones Yamaguchi. La Navidad, el vino, el reloj, las gafas. Todo esto, que ahora es parte de nuestro día a día en el Japón moderno, fue importado por el navarro en aquella época. Hoy, en el s. XXI, seis japoneses han regresado por la ruta que une a Japón con España. Han plantado el árbol de la paz y construido un jardín en esta bella tierra. Espero que este pequeño acto sirva para poder transmitir mi mayor deseo de alcanzar la paz a nivel mundial.

Espero que la construcción de este jardín no sea simplemente algo pasajero. Deseo que perdure en el tiempo como parte de la cultura del pueblo español. Estoy seguro de que algún día los descendientes de esta tierra, abrirán la cápsula del tiempo que hemos enterrado aquí, como símbolo y promesa del eterno compromiso que tomamos nosotros al encargarnos de este emotivo proyecto que nos ha unido en el tiempo.

Febrero de 2019
Sociedad Limitada: Jardines Sakamoto
Presidente: Toshio Sakamoto